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JULI, LA ROMA DE AMÉRICA
Los primeros españoles llegan a Chucuito en 1535. En esta primera ocasión no encuentran mayor resistencia, aunque, cuando en 1538 Hernando y Gonzalo Pizarro regresan a la zona encuentran resistencia armada. Los Lupacas muy pronto se dieron cuenta de lo negativa que podía resultar para ellos la presencia española. Sin embargo, no pudieron hacer mucho para detener a los peninsulares, que ya se habían dado cuenta de lo rica que es la provincia y decidieron adjudicarla directamente al rey. Desde entonces, Chucuito es encomienda de la Corona, o – como mencionan los documentos de la época – estaba “en cabeza de Su Majestad”. Eso tenía sus ventajas y desventajas: por un lado, no había un encomendero directo para explotarlos, pero por otro lado, Chucuito se convirtió hasta cierto punto en tierra de nadie, estaba expuesto a los abusos de cualquier autoridad virreinal que cruzara por allí. A lo largo de la etapa colonial Chucuito fue reduciendo su área (mientras se iba adjudicando a otras divisiones territoriales) aunque casi todo el tiempo permaneció bajo la autoridad de la Audiencia de Charcas (la jurisdicción eclesiástica no estaba muy clara durante las primeras décadas de la colonia), lo cual fortalecía sus vínculos con el Alto Perú en mucho mayor medida que con Lima y el centro de poder del virreinato peruano. Por ser una encomienda “en cabeza de su Majestad”, Chucuito tenía un corregidor (asignado directamente por el rey) para encargarse del cuidado de la provincia y la recolección de los tributos. También había algunos españoles comerciantes que rondaban la zona, varios funcionarios estatales e individuos sueltos que andaban a la busca de algún indio para explotar.
Los dominicos: Siendo Chucuito una presa tan codiciada, muy pronto arribaron al lugar aventureros españoles, autoridades de diversa índole y, cómo no, clérigos de todas tintas. Muy pronto, pues ya desde 1542, se instalaron en Chucuito los primeros misioneros dominicos que habrían de quedarse en la zona hasta 1572. Se afirma que las primeras predicaciones formales habrían tenido lugar en la década de 1540. Sin embargo, “La presencia formal de los dominicos en Chucuito sólo quedó asegurada en 1547, después que el capítulo provincial de 1544, presidido por Tomás de San Martín, resolviera enviar a los frailes a Chucuito.” (MEIKLEJOHN, 1988: 43) Dada la posterior importancia que se le dio al aprendizaje de las lenguas nativas por parte de los sacerdotes, llama la atención que casi ninguno de los frailes dominicos instalados en Chucuito en el siglo XVI supiera hablar aimara. Sin embargo, se afirma que los dominicos llegaron a ser tan poderosos en la provincia que ningún indígena se atrevía a oponérseles. “Los mismos dominicos, no teniendo que competir con encomendero alguno y sin tener muchas restricciones por parte de los corregidores, pronto comenzaron a dominar sobre la provincia, imponiéndose a sí mismos sobre los comerciantes, funcionarios gubernamentales, caciques e indígenas comunes”. (MEIKLEJOHN, 1988: 28) El primer asentamiento dominico central en Chucuito fue, probablemente, ubicado en Lundayani (en un alto del actual pueblo de Juli) y recién años después sería trasladado a lo que hoy es el pueblo de Juli. Si bien muchos autores difieren sobre la fecha precisa de fundación de la ciudad, suele tomarse el año 1565 como el más probable por la construcción del convento y el primer trazado de la plaza y las calles. Esta fecha vendría a confirmarse con las declaraciones de Diez de San Miguel dos años después (1567) acerca de la existencia de una “iglesia nueva” levantada con altos costos por los dominicos y con mano de obra indígena de la zona.
Hasta ahora, los historiadores no han podido aclarar sin lugar a dudas las circunstancias y años precisos en que fueron construidos los templos de Juli. Los documentos se desdicen, además de la poca precisión de los nombres (lo que por mucho tiempo se creyó eran iglesias juleñas construidas por los dominicos y renombradas posteriormente, pertenecían en verdad al asentamiento previo de Lundayani) que no ayuda en el esclarecimiento de este tema. Según Vargas Ugarte (1941), al arribo de los jesuitas había un solo templo concluido en Juli, el que los dominicos llamaron Santo Tomás y que fue rebautizado por los jesuitas como San Pedro y San Pablo, aunque había también por lo menos dos otros templos en avanzadas fases de construcción (San Juan y Nuestra Señora de la Asunción).
La principal fuente de información sobre la vida de los Lupacas en el siglo XVI y, especialmente sobre el papel desempeñado por los dominicos, es la Visita hecha a la Provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguel en el año 1567
(1964). A partir de la lectura de este documento, salta rápidamente a la vista el poco aprecio que le tenía Garci Diez a los dominicos. Entre otras cosas, el visitador se queja por la insuficiencia de bautizos y las carencias en todos los sacramentos, especialmente en las confesiones. Esta última falta podría originarse en el desconocimiento del idioma nativo. También estaba descontento por la excesiva opulencia de los templos que estaban ubicados, además, solo en los pueblos, dejando en el descuido a los indios alejados. Es más, los frailes habían convencido a los indígenas para que hicieran una donación oficial de todas estas iglesias y monasterios a la Orden de Santo Domingo con la esperanza de poder conservarlas para la Orden aun cuando tengan que retirarse de la zona. Si bien los frailes recibían un estipendio anual departe de la Corona (que se entregaba a principios de año) para su manutención, además los indios de la localidad les proporcionaban sus provisiones.
Según Meiklejohn (1988), “Lo que Garci Diez puso al descubierto sobre los dominicos en el curso de su visita era negativo. En síntesis, no cumplían con su obligación de enseñar la doctrina a los Lupaqas. En lugar de esto los explotaban y de este modo enriquecían a su Orden.” Así, la visita de Garci Diez de San Miguel deja en claro que para 1567 los dominicos tenían el control de la zona, y el corregidor se limitaba a darles gusto y a cobrar su propio salario. Fue probablemente esta visita la que convenció al virrey Toledo de los abusos de los dominicos y llevó posteriormente a su expulsión en 1572. Además, de acuerdo a la información recolectada en la visita, Toledo subió los tributos y la cantidad de hombres que debería proporcionar Chucuito para la mita en Potosí, pues Garci Diez había insistido en la recalcable riqueza de la provincia
En el momento en que se presentaron ante el virrey los resultados de la visita, salió a relucir el hecho de que, al parecer, todos tenían algo en contra de los dominicos de Chucuito: - Garci Diez, por descuidar su labor evangelizadora y dedicarse a enriquecerse.
- Los superiores dominicos de España, porque los de Chucuito desconocieron al visitador dominico mandado para esclarecer las acusaciones de Garci Diez, explicitando así su indisciplina con los altos mandos de la Orden. - La Real Audiencia de Charcas, por un incidente en Chucuito, cuando los dominicos liberaron a un asesino gracias al “derecho de asilo”, desconociendo totalmente la autoridad de la Audiencia. En 1572, Toledo llama al provincial de los dominicos, Alonso de la Cerda, para que responda a las acusaciones sobre los dominicos de Chucuito. La respuesta de de la Cerda fue arrogante y lo único que logró fue acelerar la expulsión de los dominicos de Chucuito. El 9 de noviembre de 1572, Toledo decide finalmente expulsar a los dominicos de Chucuito ordenando además (en 1569) la revocación de todas las actas de donación hechas por los nativos a los frailes....
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